lunes, 11 de marzo de 2024

La interjección

interjeccion

Algunas palabras u oraciones expresan exclamativamente estados de ánimo o llamados de atención. Son las interjecciones.

Definición: las interjecciones son palabras o expresiones que, pronunciadas en tono exclamativo, expresan por sí solas un estado de ánimo o captan la atención del oyente.

Con la interjección se manifiestan impresiones, se verbalizan sentimientos o se realizan actos de habla que apelan al interlocutor incitándolo a que haga o deje de hacer algo. Las interjecciones se usan asimismo como fórmulas acuñadas en saludos, despedidas y otros intercambios de carácter verbal que codifican lingüísticamente determinados comportamientos sociales. Pertenecen a la clase de las interjecciones palabras como adiós, ay, olé, epa, uf o vaya, entre otras muchas que se describirán a lo largo del capítulo.

Se cree que las interjecciones son vestigios de las formas primitivas del lenguaje. Algunas de sus funciones, además de expresar o desahogar un sentimiento, son apelar al interlocutor, saludarlo, despedirlo y darle conformidad o agradecimiento. Estas expresiones son prácticamente equivalentes a una oración completa y describen una acción sin estar sintácticamente organizadas.

Generalmente las interjecciones se emplean en forma aislada, como una expresión de entonación independiente, pero cuando se incorporan en una oración lo común es que aparezcan localizadas al principio, como por ejemplo: “¡Ay!, ¡qué dolor!”. Si se insertan en una oración quedan estrictamente fuera de su secuencia, como por ejemplo: “Lloró la niña, ¡ay!, ¡cómo sufría!”. Otras veces las interjecciones van seguidas de grupos nominales (¡Vaya, qué sorpresa!), grupos preposicionales (¡Adiós a las vacaciones!) y oraciones (¡Ojalá gane el partido!).

En posición independiente son enunciados.

Las interjecciones constituyen actos de habla, en lo que coinciden con los imperativos y con los verbos que en el se denominan realizativos. Como se hace notar en las secciones a las que se remite, el que dice ante otra persona Te lo prometo no describe una promesa, sino que la realiza. De la misma manera, el que dice ¡Ay! no describe alguna sensación de pena, dolor o resignación, sino que expresa o manifiesta esas mismas emociones, y con ello realiza un acto de habla. Algunas interjecciones alternan parcialmente con las expresiones construidas con verbos realizativos (¡Por estas! ~ Lo juro; ¡Palabra! ~ Te lo prometo; ¡Hola! ~ Los saludo) o con imperativos (¡Ojo! ~ Tenga(n) cuidado; ¡Chitón! ~ Cállense).

Esta última propiedad ha sido destacada especialmente en los estudios sobre la interjección porque da lugar a una particular forma de significar. En efecto, tanto las oraciones Se lo agradezco como Se lo agradecí expresan la ‘acción de manifestar gratitud’, pero la primera constituye un acto verbal de agradecimiento (enunciada ante un interlocutor en las condiciones adecuadas), mientras que la segunda es una afirmación que puede ser cierta o falsa. En sentido estricto, sería, por tanto, insuficiente concluir que ambas secuencias expresan ‘agradecimiento’. Con Se lo agradezco se lleva a cabo un acto verbal de la misma forma en que se realiza con la interjección Gracias. Se aplican consideraciones similares al uso de otras muchas interjecciones.

Las interjecciones no alternan solo con los imperativos y con las oraciones formadas con verbos realizativos. También lo hacen con grupos sintácticos exclamativos y con oraciones exclamativas, puesto que estas expresiones constituyen igualmente enunciados. Aunque sean solo aproximadas, alternancias como ¡En fin! ~ ¡Qué le vamos a hacer!; ¡Ay! ~ ¡Qué dolor! o ¡Vaya! ~ ¡Válgame Dios!, entre otras muchas semejantes, ponen de manifiesto que los movimientos del ánimo que condensan las interjecciones pueden expresarse mediante exclamaciones articuladas con varias palabras, unas veces a través de fórmulas acuñadas, y otras de manera mucho más libre.

Las interjecciones se han interpretado a veces como voces naturales por su aparente elementalidad. Pueden transmitir, en efecto, impresiones simples, como el dolor o la ira, o realizar actos verbales igualmente básicos, como ordenar o preguntar. No obstante, las interjecciones presentan diferencias muy considerables entre sí en las lenguas naturales, y aun en el interior de la misma lengua. Las interjecciones han sido comparadas con los demostrativos que llevan a cabo la llamada deixis ostensiva. Pueden verse también como una suerte de gestos verbales. al igual que los gestos, las interjecciones están codificadas o regularizadas por algún sistema convencional. Representan, por tanto, comportamientos sujetos a las normas de cada comunidad. Con los gestos, al igual que con las interjecciones, es posible saludar, pedir, jurar, manifestar sorpresa, asentimiento o rechazo, entre otras muchas acciones igualmente codificadas. Aun así, debe tenerse en cuenta que las interjecciones son expresiones lingüísticas y presentan, por ello, propiedades fonéticas, morfológicas y sintácticas. Incluso pueden perder el valor ilocutivo que las caracteriza, o) cuando se subordinan a otras clases de palabras, como en Le dije que gracias.

Se ha argumentado en numerosos análisis tradicionales que las interjecciones no son partes de la oración porque son oraciones en sí mismas. Esta idea clásica se ha reinterpretado en la actualidad de dos maneras diferentes. Para unos, este carácter oracional es señal de que forman enunciados, lo que no impide que sigan constituyendo paradigmas entre las unidades léxicas. Para otros, las interjecciones deben agruparse con los marcadores discursivos (concretamente, con los que expresan actitudes del hablante). El concepto de marcador discursivo no es propiamente sintáctico. No está, pues, sujeta a controversia la capacidad de las interjecciones para crear enunciados por sí mismas (como consecuencia de sus propiedades elocutivas), pero sí lo está la cuestión de si ello es compatible o no con que constituyan, además, una clase de palabras, junto con los nombres, los adjetivos o los verbos. En este capítulo se optará por dar una respuesta positiva a esta cuestión, pero se expondrán a la vez, a lo largo del texto, las razones por las que sigue siendo hoy polémica. Dado que en la presente obra las interjecciones se consideran una cla se de palabras, se escribirán en minúscula y no irán entre signos de exclamación. Se adoptará el mismo criterio para las locuciones interjectivas y los grupos sintácticos que forman. Se escribirán, en cambio, con mayúscula inicial, y con los signos ortográficos correspondientes, cuando se traten como enunciados o se quieran presentar como tales.

Suelen clasificarse las interjecciones con dos criterios:

1. Su naturaleza gramatical

2. Su significado

El criterio 1 divide tradicionalmente las interjecciones en dos grupos: las llamadas propias (también simples) y las denominadas impropias (también derivadas o traslaticias). Las primeras no ejercen otro papel gramatical: epa, oh, olé. Las segundas, en cambio, se crean a partir de formas nominales (cuidado), verbales (venga), adverbiales (fuera) o adjetivales (bravo). El término impropio presenta el inconveniente de que caracteriza como falsas interjecciones ciertas unidades que lo son de pleno derecho, si se atiende a su comportamiento gramatical. Son polémicos en ciertos casos los límites entre las interjecciones constituidas sobre bases nominales, como caracoles, cielos, gracias, y los sustantivos que pueden verse como expresiones nominales usadas libremente en contextos exclamativos (¡Calma!).

Desde el punto de vista de su significado, existen varias clasificaciones de interjecciones. Se adoptará aquí la más simple de las que se suelen presentar. Esta clasificación las agrupa en dos grandes clases:

A.apelativas (también llamadas directivas u orientadas hacia el oyente)

B. expresivas (también denominadas sintomáticas u orientadas hacia el hablante)

Las primeras se dirigen a algún destinatario —no necesariamente humano y no siempre presente— con intención de moverlo a la acción o de despertar en él sentimientos o actitudes diversas. Las segundas se caracterizan por poner de manifiesto muy diversas reacciones y movimientos del ánimo del que habla. Algunos gramáticos entienden que los adverbios y las locuciones adverbiales que expresan afirmación (sí, desde luego, por supuesto) y negación (no, jamás, de ninguna manera) constituyen otro grupo de interjecciones.

Algunas interjecciones se usan como apelativas en unos contextos y como expresivas en otros. Es el caso de anda, hala, hombre o venga, entre otras. En la elección de la interpretación adecuada pueden intervenir decisivamente las modulaciones tonales, los alargamientos (buenooo, bueeeno) o los cambios de acento, como sucede en la diferencia que se observa en la pronunciación de anda como palabra llana o aguda. De modo análogo, la interjección adiós (también adiosito en algunos países) es apelativa, puesto que se usa para despedirse de alguien. No obstante, puede expresar asimismo contrariedad o sorpresa por algún descubrimiento repentino, como en ¡Adiós!, tú lo que estás es enamorada del gordo (Carrera, Cuentos). Este uso, más restringido geográficamente, la sitúa en el grupo de las expresivas o sintomáticas. De forma similar, hola se emplea para saludar en todas las áreas hispanohablantes (uso apelativo), pero en algunas áreas del español peninsular nororiental se utiliza también como muestra de sorpresa y no requiere interlocutor (uso expresivo o sintomático). Por último, bueno se usa en México como expresión introductoria al atender el teléfono. Este uso apelativo contrasta con el valor expresivo que caracteriza a esta interjección en las demás áreas lingüísticas, y también en los demás valores que admite en algunas de ellas.

Como se ve, no es raro que unos usos de determinada interjección sean apelativos y que otros sean expresivos. Plantean más dificultades los contextos en los que aparecen difusos los límites mismos entre las interjecciones apelativas y las expresivas. Así, el que jura algo con la fórmula ¡Por estas! (también «¡Por + grupo nominal!», grupo exclamativo formado libremente: puede comprometerse con una o varias personas, y por tanto dirigirse a ellas, pero también puede manifestar un compromiso consigo mismo, sin que sea preciso destinatario alguno. Aun así, esas adaptaciones contextuales pueden obtenerse en otras interjecciones. Cabe pensar, por ejemplo, que el que grita ¡Bravo! ante un televisor no está exactamente dirigiéndose a alguien, a diferencia del que la usa en una sala de conciertos. Existen otros casos similares.

Varios autores han sugerido que la clasificación binaria > debería desdoblarse o sustituirse por otra que contuviera tantas clases de interjecciones como actos verbales son posibles. Esta opción presenta el inconveniente de que algunos actos verbales no poseen correlatos interjectivos claros, y también el de que algunas interjecciones (por ejemplo, huy o venga) admiten un número de matices que sobrepasa las clasificaciones habituales de actos verbales. Se ha hecho notar en múltiples ocasiones que el carácter polivalente de gran número de interjecciones hace que se admitan en muy variados contextos, lo que plantea el problema tradicional de determinar los valores que les corresponden. Así, con anda se invita o se estimula (¡Anda, date prisa!), se rechaza o se desestima (¡Anda, anda! Déjate de tonterías), se expresa asombro, sea real o afectado (¡Anda este, con lo que sale ahora!), se enfatiza (¡Anda que no es listo!), se advierte de un riesgo (¡Anda que si empieza a llover…!) o se replica a alguien con agresividad (¡Anda que tú…!). A estos usos, no coincidentes en todos los países, cabe agregar otros similares. Pueden construirse listas de usos paralelos (a veces, más numerosos) en el caso de ah, epa, hombre, huy, venga, ya, y otras muchas interjecciones que dan lugar a gran número de interpretaciones que no suelen explicar en su integridad los diccionarios.

Se percibe cierta redundancia en muchas expresiones interjectivas seguidas de secuencias que desarrollan el mismo valor que se les atribuye, como en los ejemplos siguientes:

¡Huy, qué despiste! (sorpresa, lamentación); ¡Bah, pavadas! (desdén); ¡Uf, qué calor! (agobio, incomodidad); ¡Jo, qué aburrimiento! (contrariedad); ¡Ah, qué horror! (repulsa); ¡Ay, qué pena! (dolor).

A este valor, llamado a veces de apoyo, se une el que se ha denominado fático. En este último uso, las interjecciones resaltan o enfatizan el mantenimiento de la comunicación con el interlocutor, como en No te cansas, ¿eh?, donde se pide aparentemente confirmación de lo que se afirma, pero en realidad se expresa el deseo de mantener el diálogo con el interlocutor. De modo análogo, ajá o ahá denota en apariencia conformidad con lo que alguien acaba de decir, pero en muchos contextos tan solo constituye una marca o un indicio cuyo objetivo es darle a entender que se comprende lo que está diciendo. La capacidad adaptativa que ponen de manifiesto muchas interjecciones no implica, sin embargo, que su significado sea vago, ni tampoco que cualquiera de ellas pueda expresar cualquier valor. Se ha observado que son frecuentes los errores de los no hispanohablantes en el dominio de su uso, lo que apoya la idea de que los matices que expresan no son intercambiables. No es posible, por tanto, concebirlas como comodines expresivos adaptables a cualquier circunstancia.

Al igual que las demás expresiones exclamativas, las interjecciones están caracterizadas por pautas tonales y acentuales que pueden modificar su significado. Son expresiones características de la lengua oral, pero algunas de ellas se asocian también a la oratoria, e incluso a la lírica. En cuanto que las interjecciones constituyen paradigmas léxicos nutridos, se espera que exista variación entre ellas, como efectivamente sucede. Algunas están en desuso —hasta el punto de que son irreconocibles para muchos hablantes actuales—, como ahé, ax, ospa, pardiez o rape. Otras están limitadas a ciertas áreas lingüísticas y pertenecen a diferentes registros en cada una de ellas. Es muy elevado el número de interjecciones malsonantes en el mundo hispánico, pero no son las mismas en todas las zonas en las que se emplean. Las informaciones que se proporcionan sobre su distribución geográfica en las páginas que siguen han de ser, necesariamente, aproximadas.

Ejemplos de interjecciones en español

Interjecciones Posibles significados según el contexto
¡Aleluya! Alabanza
¡Alto! Llamada de pausa imperativa
¡Ah! Admiración, pena. asombro, comprensión de lo oído, sorpresa o placer  
¡Ay! Expresa un sentimiento vivo
¡Bah! Desdén, menosprecio, indiferencia.desinterés
¡Ajá! Asentimiento, incredulidad.
¡Bravo! Sirve para festejar algo.
¡Eh! o ¿Eh? Duda,preguntar, llamar, despreciar, reprender,advertir
¡Ey! Se usa como expresión de apertura al llamar a una persona
¡Epa! Usado como advertencia o para llamar la atención
¡Uf! ¡Ufa! Aburrimiento, fastidio, cansancio
¡Ojalá! Expresa un deseo de que algo se realice
¡Guay! Intimación, amenaza
¡Ole! Animar, aplaudir
¡Uau! Expresa asombro
¡sh! sirve para pedirle a alguien que se calle
¡ps! Sirve para llamar a alguien en voz baja
¡Zas! Sorpresa por algo inesperado. Peligro.

Con frecuencia se emplean sustantivos, adjetivos, verbos o adverbios con carácter de interjección. Por ejemplo:

¡Diablos! ¡Socorro! ¡Dios! ¡Bueno! ¡Caracoles! ¡Fuera! ¡Basta!

Se ejemplifican a continuación algunas de ellas:

Las manos diestras que corren por las telas hilvanadas llevan alfileres. Y hasta la boca, sin perder su seducción. “¡Ay!” “Perdón, ¿la pinché?” (Ocampo, V., Testimonios); —No tengo nada que decir —¿Ni a mí? —A ti, menos que a nadie. Ya lo sabes todo. —¡Vaya! ¡Vaya! (Aguilera Malta, Pelota); —¡Eh! —llamó—. ¡Eh, oiga! (Guelbenzu, Río); Catalina: […] Pero ¿y mi hermana? ¿Eh? ¿Qué ha hecho con ella? ¡Confiese! El intruso: ¡Uy! (García May, Operación); ¡Su hermosa Musa tiene un defecto! —¿Cuál? ¿Cuál? —El de ser demasiado hermosa. —¡Ah!… ¡Oh!… ¡Bah! ¡Bah!… (Rubén Darío, Azul).

 


 Bibliografía:  
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1  https://www.rae.es/

2  https://billiken.lat/

3 Manual de Gramática Autores: Profesores Claudia Dabove, Rubén Dellarciprete, María Alejandra Escudier, María Gabriela Farías, Paula Niemela, Rosa Teichmann y Lila Tiberi. (PDF)